Sentaba no obradoiro polas tardes. Pasaba a vista pola
caixa de recordos. Choro. Choraba baixiño para que non a escoitasen nin os seus
ósos. Bágoas que acababan convertidas en lamento morno que arrepiaba corpos, se
houbera alí máis que fantasmas. A ultratumba que se nos manifiesta. Un anaco da
miña carne morto. Eu a morta na vida dos vivos. Como explicar cando o útero
sagrado é cadaleito. Cando constrúes co teu sangue coas túas células cos teus
músculos as neuronas, o adn espiral atávico de novo corpo. De calostro e de leite.
Cando os loquios cheiran á morte e non poden detelos as compresas de nais e
bebés risoños e vivos. Como a morte nos adentros do teu corpo ronsel de silencio
tatuado, indeleble. Como me convirto en habitante fronteiriza, en tránsito, de
corpo alleo ó ciclo da vida, ó mundo dos vivos, ó mundo dos mortos. O meu corpo
non está escrito en ningún libro. Muller baleira sen útero. Sen filla. Muller
de leite morto, ninguén por beber. As fases do dó arrasan o corpo todo, ata esgotar
as bágoas que agora son nobelos desfacéndose entre os meus dedos finos. Tómoos
entre as miñas mans e tezo, tezo hora tras hora, día tras día, ata deixalos sen
respostas. Os meus membros ríxidos. O día rendido marcha tras as cortinas estendidas
de ese cuarto entre tebras.
Se sentaba
en el taller por las tardes. Pasaba la vista por la caja de recuerdos. Lloro.
Lloraba bajito para que no la oyesen ni sus huesos. Lágrimas que acababan convertidas
en lamento tibio que erizaba cuerpos, si hubiese allí más que fantasmas. La
ultratumba que se nos manifiesta. Un trozo de mi carne muerto. Yo la muerta en
la vida de los vivos. Cómo explicar cuando el útero sagrado es ataúd. Cuando
construyes con tu sangre con tus células con tus músculos las neuronas, el adn
espiral atávico de nuevo cuerpo. De calostro y de leche. Cuando los loquios
huelen a la muerte y no pueden detenerlos las compresas de madres y bebés
sonrientes y vivos. Como la muerte en los adentros de tu cuerpo estela de
silencio tatuado, indeleble. Como me convierto en habitante fronteriza, en
tránsito, de cuerpo ajeno al ciclo de la vida, al mundo de los vivos, al mundo
de los muertos. Mi cuerpo no está escrito en ningún libro. Mujer vacía sin
útero. Sin hija. Mujer de leche muerta, nadie por beber. Las fases del duelo
arrasan el cuerpo todo, hasta agotar las lágrimas que ahora son ovillos
deshaciéndose entre mis dedos finos. Los tomo entre mis manos y tejo, tejo hora
tras hora, día tras día, hasta dejarlos sin respuestas. Mis miembros rígidos.
El día rendido se marcha tras las cortinas extendidas de ese cuarto entre
tinieblas.
Ningún comentario:
Publicar un comentario