Telémaco non deixa de falar durante a cea. Conta sen
parar historias do instituto. Non quere pechar a boca e que o coma o silencio. Fala
de compañeiros, materias, lecturas e clases de debuxo todos os martes e todos
os xoves. Desde ben pequeno, vive no gume dun lapis. Pon cadros onde non chegan
as palabras. Lapis de cores, bolígrafos, acuarelas. Os cadros de hoxe son
escuros. Eu esforzábame por seguir o seu discurso. Por facer preguntas
intelixentes. Por finxir interés. Quero sorrir pero o xesto quédame estático na
boca, forzado, como unha náusea. Cociño a conciencia para compensar a nai
ausente que son. Polo estómago.
Mamá,
canto traballo, no tes que molestarte. Pero sorrí feliz, cos ollos apagados.
Abrázame e bícame. No meu corpo ríxido sinto aguillóns cernándome onde antes o
meu útero latexaba. As mortas non correspondemos mostras de cariño. Reflectíanse
os nosos ollos doridos. Ela come como un paxariño, baixo a miña mirada
expectante, sempre lle pido un bocado máis. O corpo enmagréceme cada día, menos
a barriga, que se resiste e se me crava como curva de corpo con bebé sen el. Négase
a abandonarme a sensación de puerperio.
Penélope teje (6)
Telémaco
no deja de hablar durante la cena. Cuenta sin parar historias del instituto. No
quiere cerrar la boca y que lo coma el silencio. Habla de compañeros, asignaturas,
lecturas y clases de dibujo todos los martes y todos los jueves. Desde bien
pequeño, vive en el filo de un lápiz. Pone cuadros donde no llegan las
palabras. Lápices de colores, bolígrafos, carboncillos, acuarelas. Los cuadros
de hoy son oscuros. Yo me esforzaba por seguir su discurso. Por hacer preguntas
inteligentes. Por fingir interés. Quiero sonreír pero el gesto se me queda
estático en la boca, forzado, como una náusea. Cocino a conciencia para
compensar la madre ausente que soy. Por el estómago.
Mamá, cuánto trabajo, no tenías que
haberte molestado. Pero sonríe feliz, con los ojos apagados. Me abraza y me besa.
En mi cuerpo rígido siento aguijones cercenándome donde antes mi útero latía.
Las muertas no correspondemos muestras de cariño. Se nos reflejaban nuestros
ojos doloridos. Ella come como un pajarito, bajo mi mirada expectante, siempre
le pido un bocado más. El cuerpo me enmagrece cada día, menos la barriga, que
se resiste y se me clava como curva de cuerpo con bebé sin él. Se niega a
abandonarme la sensación de puerperio.